jueves, 3 de septiembre de 2015

rugby por la paz


La historia del partido de rugby por la paz que jugarán ex combatientes argentinos y británicos en Londres

Se desarrollará el 21 de septiembre en el estadio Richmond; el Papa Francisco bendecirá la pelota del partido; Alejandro Diego, el veterano que convenció a los otros argentinos
Por Jeremías Prevosti | canchallena.com

Aejandro Diego era veterano de guerra. En diciembre de 2012, recibió una invitación para regresar a las Islas Malvinas. Pero un deseo aún lo invadía: matar ingleses. "Es muy fuerte ver cómo bajan tu bandera y suben otra. De repente, estás sin nada, en otro país, con el recuerdo de los amigos que acabás de enterrar. Eso te lleva a forjar ese sentimiento". Él no había matado, y eso también le generaba una sensación de vacío, de deuda no cumplida. Todo cambió en sus primeros dos viajes a suelo malvinense, más de 30 años después de haber combatido.
"Allá, me encontré con otro argentino que sí había matado ingleses durante la Guerra y nunca lo pudo superar. Vivía con eso día a día. También conocí a un isleño que, con 16 años, avisaba al ejército británico cuando se aproximaba un ataque argentino. Un día vio cómo volaron un avión y, pese a sus rezos para que el piloto salga despedido, se sintió responsable de esa muerte. Lloró, se arrodilló y me pidió disculpas. Yo también lloraba, y nos abrazamos. Ahí cambié, ahí me sané", cuenta Alejandro Diego, con un dejo de emoción, en la presentación del Encuentro de Rugby por la Paz, en el que participarán veteranos argentinos y británicos, junto a innumerables estrellas del deporte.
El partido, que tiene como principal impulsor la organización Rugby Sin Fronteras, dirigida por Bautista Segonds, y que también cuenta con la bendición del papa Francisco, se jugará el 21 de septiembre en el estadio Richmond de Londres, que fue cedido sin costo gracias a las gestiones de Rodrigo Roncero y Felipe Contepomi, quienes deberán dar a cambio una clínica para los jugadores del club, y Agustín Pichot. Pero todo estuvo cerca de quedar en un sueño cuando parecía imposible convencer a los ex combatientes.
El proyecto siguió su curso gracias a la gestión de Alejandro Diego. Con el mismo mensaje de paz que sugiere en cada frase, muchas veces de manera implícita, consiguió sumar a 14 veteranos argentinos. Eso sí: no resultó nada fácil. "Fue bastante complicado porque tenés muchas posturas. Por un lado, ex combatientes que no quieren juntarse con la oficialidad y que me preguntaron: «Si van oficiales, nosotros no vamos». Después, tenés veteranos de guerra que continúan con la idea de matar ingleses y que me han dicho: «Si voy al estadio de Wembley, lo orino». También hay otros, que son más como yo, que son de buscar la paz. Y ahí encontré", narra el veterano, quien nunca jugó al rugby y que será el capitán de su equipo, en una charla con canchallena.com.
¿Y el contacto con los ex combatientes británicos? "Inglaterra es un país que está en guerra desde hace 1500 años y que nació en base a guerras. Una vez que terminan la guerra, ellos están acostumbrados a decir: «Esto fue una guerra, un "partido", y después soy amigo de mi enemigo, no tengo ningún problema». Del lado de ellos, total apertura", revela Diego. Un dato importante: cada equipo contará con ex combatientes de ambos países. Sí, un mezcladito.
Diego, Segonds y Roncero, durante la presentación.  Foto: Rugby Sin Fronteras
Y agrega: "Me encantaría que esto sea un puntapié inicial. Sueño que a partir de esta unión de veteranos argentinos y británicos nos podamos hacer amigos de manera personal. Nos encantaría invitarlos a Buenos Aires para que ese partido tenga su réplica acá. Y ojalá haya un tercer partido que sea en las Malvinas".
Además de Roncero y Contepomi, también participarán otras personalidades destacadas en el encuentro por la paz, como el ex Puma Pedro Ledesma, el ex capitán de la selección uruguaya Jorge Zerbino, el ex All Black Doug Howlet, los irlandeses Ronan O'Gara y Alan Quinlan, el escritor John Carlin -autor de El factor humano, que cuenta cómo el rugby fue clave en Sudáfrica para dejar atrás las diferencias creadas por el apartheid- y el ex capitán italiano Federico Pucciarello.
"Es lindo poder hacer un partido por la paz con algo que tiene una carga de emoción tan fuerte, como son los veteranos argentinos e ingleses. A nosotros nos llena de orgullo, pero la verdad es que lo fantástico será la participación de los ex combatientes. Que se pueda jugar un partido por la paz sin fin alguno me parece que es lo mejor que le puede pasar al rugby y a la sociedad", le cuenta a este medio Roncero, quien no volvió a jugar al rugby desde su despedida con la selección argentina ante Australia, en 2012. "Pensé que no iba a jugar más, pero me entusiasmo esto. Ahora me voy a poner tapones bajitos. ¿Cómo estoy? A veces salgo a correr un poco, pero el tema de golpearme lo estoy pensando", confiesa, entre risas, en una conversación informal con otros invitados.
 
Los ex combatientes se abrazan en las Islas Malvinas.  Foto: Rugby Sin Fronteras
Durante la presentación del evento, que se desarrolló en un local de la avenida Alvear, en pleno barrio de la Recoleta, y que fue conducido por el animador Julián Weich, también se difundió el trailer del documental "El Otro camino a las Islas", en el que se muestran los cuatros viajes de Diego, Segonds y otros veteranos a Malvinas. Los primeros segundos muestran imágenes de archivo de la manifestación en Plaza de Mayo el 2 de abril de 1982, cuando el pueblo argentino apoyó la invasión de las Malvinas. Eso provocó la emoción de Alejandro.
"Yo era colimba. Escuché la invasión a las cuatro de la mañana en el cuartel y dije: «Qué locura». Después me enteré de la manifestación y pensé: «Más locura». Cuando volví a mi casa, justo llegaban mis viejos con las banderitas. Les pregunté de dónde venían y me dijeron que de la plaza. «¿Cómo que fueron a la plaza?», les recriminé. Yo era consciente en aquel momento de lo que significaba. Si hubiese muerto, no se habrían perdonado nunca haber ido a la plaza, porque era la significación de que ellos me habían mandado a matar".
En aquel viaje, 30 años después de la Guerra, Alejandro Diego visitó el cementerio de los soldados argentinos que murieron en combate. "Yo enterré a cuatro personas, no en ese cementerio, sino en los campos de batalla, pero estaban ahí. Fue muy fuerte. Me tiré al piso, lloré, me comuniqué con ellos. Y ese fue el punto de quiebre. Lo que me transmitieron fue: «No morimos para que las Malvinas sigan siendo argentinas, morimos para decirles basta de guerras»". Desde ese día, es veterano de paz. "Ese mote me lo puse yo. Me encanta el desafío. Mi misión es hermanarnos".
 El 16 de septiembre, cinco días antes del partido, el Sumo Pontífice recibirá a los organizadores en el Vaticano y bendecirá la iniciativa.

martes, 4 de agosto de 2015

Mayo y el Sapo

No recuerdo quién me contó lo que contaré, quizá fue Bernie, quizá Maik o quizá otro, lo que recuerdo sin duda alguna es que no lo imaginé. De su protagonista el único recuerdo directo que tengo es que cuando recibía la pelota jugando al voley, extendía los brazos y juntaba las manos en la posición ortodoxa para golpe defensivo que iba dar, pero lo raro era que abría los dedos índice y meñique de ambas manos, como haciendo un doble cuernitos.
Trasladémonos al año 1982 y a una trinchera sucia y barrosa en las Falkland Islands. Adentro se encuentran cinco, seis, siete u ocho soldados argentinos, muriéndose de frío y hambre, sin atinar a salir porque los ingleses -que saben que en el campo están las trincheras enemigas- no cesan de atacar con artillería pesada y liviana. El tiempo pasa lentamente para los famélicos y aterrados soldados cuyo único alimento es humo de pólvora. No están desesperanzados, tampoco están convencidos que morirán, tampoco creen que la comandancia vendrá a salvarlos; simplemente están paralizados por el miedo, el hambre y el cansancio, casi no son hombres, parecen animales invernando; hasta que uno deja la posición de acurrucamiento en el que se encuentran todos, se para repentinamente, y dice:
-Yo voy a buscar comida, no aguanto más!
-Pará Sapo! Te van a matar! -le dice un soldado que fue compañero de él en el Colegio Nacional de La Plata.
-Prefiero que me maten estos hijos de puta a morirme de hambre y frío en este pozo de mierda.
-Esperá que se haga de día y ...
-Yo no espero más.
Son las tres de la mañana en medio de un anónimo campo helado en unas perdidas islas en el Atlántico Sur, lugar donde según Julio Verne se padece el peor clima del mundo; un soldado sale de su trinchera sin mirar y corre haciendo zig-zags como le enseñaron en la instrucción, un inmenso seguidor inglés lo ilumina como a un actor en el teatro, las granadas explotan a izquierda y derecha, tratando de matarlo. Sus compañeros miran aterrados el derrotero zigzagueante del Sapo Martínez, hasta que finalmente éste se pierde en la negrura de la noche. Nadie sabe si el Sapo está muerto o vivo, o tirado paralítico en el barro helado, o corriendo sangrando horriblemente y sin un brazo, o tirado en un charco de sangre y barro, sin las dos piernas, o parado y sordo, tanteando el espacio hueco con sus brazos extendidos porque una granada le voló los ojos, o quizá siga corriendo en busca de su destino, nada saben de él, pero cualquiera de las hipótesis mencionadas tienen factibilidad de ser.
Pasan varias horas y comienza a amanecer con lenta indiferencia. El humo de la guerra circunstancial se confunde con la bruma de la paz eterna. Desde que el Sapo se perdió en la negrura los soldados no emitieron el menor sonido ni hicieron el menor movimiento, como si esa quietud y silencio fuera una honra en su memoria. De repente se renueva el bombardeo, alguien de la trinchera grita:
-El Sapo!
Todos vuelven a mirar el mismo improvisado camino que habían mirado antes, la penumbra del amanecer hace poco necesario el seguidor, que de todos modos se enciende. Corriendo como un rugbier al ingoal rival el Sapo nuevamente desafía la vida, su vida, su única vida. Las granadas explotan a su lado y una lo derriba ante la mirada absorta de sus compañeros...
Su cuerpo yace en la tierra, nadie sabe si está aturdido, muerto o mas probablemente agonizando; de pronto se mueve, se arrastra buscando algo, un par de inmensas bolsas que traía antes de la caída y que nadie había visto, las vuelve a tomar, una con cada brazo apretándolas contra su cuerpo, se para y renueva la zigzagueante carrera huyendo de las bombas y la metralla; su rostro está bañado de sangre. Casi muerto de cansancio y dolor, finalmente llega a la trinchera zambulléndose como a una pileta llena de agua.
-Traje comida -dice, mientras con el antebrazo se limpia la sangre del rostro- estos hijos de puta me volaron una oreja.
Nadie dice nada, adentro de las bolsas hay comida y alguien encuentra una botella de whisky, su amigo del colegio moja un trapo con el líquido amarillo y se lo da al Sapo para que se lo ponga en la oreja, cosa que hace sin saber que está haciendo. Ahora todos comen en silencio, devorando la comida con desesperación, mirando al Sapo Martínez quien mastica mirando al piso.
Nadie obligó al Sapo a irse de la trinchera desafiando la muerte, y mucho menos a acordarse de sus compañeros y desafiarla de nuevo para volver, cuando ya estaba a salvo en el depósito de comida.
Un día estaba tomando un café en Arbys y vi al Sapo pasar caminando por la vereda de enfrente, sin que yo me percatara mis ojos apuntaron a su oreja izquierda, a su media oreja izquierda, la inmortal firma de su gloria. Se me puso la piel de gallina. "Ese hombre vale más que yo -pensé- y mas que todos...". Él siguió caminando apurado, abrumado quizá por las intrascendentes contingencias de la vida cotidiana, sin saber lo mucho que lo admiro, y sin importarle de saberlo...
Wrote on 11/11/09, Mayo von Höltz

Charly Nosenzo: Impresionante Mayo!!! Inmejorable forma de describir y hablar bien alguien!!!

Gabriel Tettamanti: Maravilloso y escalofriante relato Mayo. Un abrazo

Santiago Urbiztondo: Excelente Mayo! Trajiste a mi pésima memoria este relato de nuestros amigos mayores en aquellos años, quienes sufrieron y superaron lo que nosotros por pura suerte y edad zafamos. Gran reconocimiento al Sapo, y por este medio, aunque nunca le llegue, mi reconocimiento y admiración para él.

Collar de Perlas: Con su permiso señor Mayo Von Höltz se lo voy a hacer llegar al Sapo Martinez

Mayo Von Höltz: Por supuesto que doy permiso para que el Sapo Martínez lea lo que escribí, de hecho me gustaría que lo lea como modo de reconocimiento a su valor, y seguramente hará alguna corrección, siendo que siempre se narra la sustancia de lo sucedido, mientras que su protagonista recuerda todos los detalles.

Un abrazo a todos y gracias por destinar su tiempo para leer lo que escribo.

Javier Francisco Kovac: fui compañero del sapo y me acuerdo de aquel dia en que un frangmento de mortero le volo media oreja saludos amigo del corazon sapo martinez

Gustavo Moreira Collazo: Un abrazo Sapo

Eduardo Pena: Que importante Mayo que hayas rescatado y recordado esa historia que alguna vez escuchamos con admiración. Buen homenaje para quienes estuvieron con honra en Malvinas.

Sapo Martinez: Hola gente, hola Mayo. Acabo de leer tu relato, y realmente en principio, me sorprendió, y después, me emociono Ahora, debo, en honor a la verdad, aclarar ciertas circunstancias de lo sucedido. Si bien es cierto que yo fui herido en un bombardeo en mi oreja, no es cierto que fue yendo a buscar comida, sino en una forma distinta, y , la verdad sin matices heroicos. Aclaro esto, tal vez de mas, tal vez tus intención, Mayo, hayan sido solamente literaria, pero creo que era necesaria la aclaración un poco para dejar sentado la verdad de los hechos. Agradezco profundamente el recuerdo y reconocimiento , pero me pareció necesario aclarar esto para entender que a las guerras van personas comunes, como yo, como ustedes, como nuestros hijos. Abrazo y gracias.

Florencia Ventura: Sapo querido!!

Gustavo Moreira Collazo: Sapo, quizás sea que con el tiempo todo se ve distinto. Yo recuerdo ir a auxiliarte cuando te hirieron y me asusté mucho porque creí al verte en el suelo que era peor la herida de lo que por suerte fue, ya que sobreviviste, gracias a Dios. Pero tengo que estar en desacuerdo con vos. De acuerdo que a las guerras van personas comunes, pero los héroes también fueron personas comunes antes de ser héroes. Valientes no son los que no tienen miedo, valiente es el que a pesar de tenerlo sigue adelante. Con esto no quiero decir que vos seas un héroe, porque no soy quién para decirlo, pero creo que si fuimos valientes, porque a pesar de los miedos hemos seguido adelante. Un abrazo Sapo.

Gustavo Moreira Collazo: Te considero mi hermano por todo lo que pasamos, aunque seas hincha del Lobo.....jajajajajajaja

Florencia Ventura: Emocionante!

Mayo Von Höltz: A un amigo por privado le comenté que me daba un poco de vergüenza que el protagonista leyera lo que puse de él porque temía que el relato estuviera contaminado de literatura, siendo que los datos concretos que tenía del mismo eran muy lejanos y vagos, quedando obligado a incurrir en un abuso de rasgos circunstanciales que quizá fueron fruto de mi imaginación. La memoria sólo trae cuatro o cinco datos reales del pasado, y nuestra imaginación rellena todos los baches para darle una cohesión narrativa. Luego decimos que todo fue histórico, cuando fue un poco histórico y un poco ficción, sólo que nosotros no lo sabemos -o por lo menos no podríamos decir- qué parte fue imaginada y qué parte fue recordada. De dos historias hice una, la circunstancia en que fuiste herido y tu salida de la trinchera a buscar comida son dos historias, para mi -que ni siquiera recuerdo quienes fueron los que me las refirieron- fueron una sola.

Creo que era Chesterton o Carlye el que decía que todas las anécdotas son apócrifas, siendo que son perfectas y la realidad es imperfecta. Con mucha suspicacia Borges dijo que era verdad lo que decía Chesterton o Carlye: todas las anécdotas son apócrifas, pero son esencialmente verdaderas, no como historia real sino como un símbolo de la persona que las protagoniza. Concuerdo una vez mas con el sabio ciego: si yo conté esa historia de vos con algunos detalles que no se ajustan a la realidad (siendo que mi relato es perfecto* y la realidad no lo es), esa historia de todas formas es esencialmente verdadera, como diría Borges, no porque hayan sucedido exactamente igual a cómo fueron relatados los hechos, sino porque ese relato es un símbolo de la persona que lo protagoniza. Y los símbolos de nosotros se parecen más a nosotros mismos que nuestra verdadera historia real. Nuestros símbolos son una síntesis inteligente de nuestra personalidad y carácter, mientras que los sucesos reales que protagonizamos suelen ser un desperdigado caos del cual poco y nada se puede inferir.

Tu aclaración Sapo Martinez aumenta aun más el heroísmo que mi relato pretendió reflejar, y de alguna forma secreta y sutil tus palabras aclaratorias confirman lo que conté. Una persona que no mereciera ser el protagonista de la historia que conté, no haría la aclaración que vos hiciste porque preferiría que se cuente algo que no sucedió si éste algo lo ennoblece. Tu aclaración te hace más merecedor aún de mis palabras. Puede que mi relato no se ajuste exactamente a la verdad de lo ocurrido, pero es un símbolo perfecto de su protagonista, y como tal, es mas real que la realidad misma.

* por perfecto no pretendí sugerir que el escritor sea perfecto, sino que las anécdotas son perfectas, como sentenció Carlye.

Gustavo Moreira Collazo: El paso del tiempo nos convertirá en lo que otros creen que somos....je



viernes, 5 de junio de 2015

8 de junio de 1982

Ese día, como todos los días, teníamos hambre. Supongo que amaneció nublado, como siempre, y de a poco fuimos saliendo de los pozos. Con la cara sucia de hollín, las manos negras de mugre y temblorosas por el frío, la ropa sucia, pegajosa, los pies húmedos y helados, con la mirada perdida, parecíamos zombies buscando comida.
La casa que estaba enfrente, detrás del río, era un imán que nos atraía. Imaginábamos alacenas llenas de manjares, una mesa con vasos y cubiertos, y camas con sábanas y frazadas. También nos ilusionábamos con un inodoro blanco para poder sentarnos a evacuar los  restos de la panzada que nos daríamos.
Los más decididos organizaron la excursión. Se sortearon con el juego de los palitos más cortos y largos quienes irían. Pero el compromiso era volver con comida para todos.
Los vieron irse. No los vieron volver.
Me fui a dormir sin saber qué había ocurrido. Las bombas empezaron con puntualidad cuando la noche nos tapó. Dormitábamos entre sobresaltos, algún esporádico grito, humo, silbidos que pasaban por arriba o que caían adelante. Hasta que un oficial desconocido, nos zamarrreó y nos gritó: ¡necesito que vengan milicos! Nos dio una siniestra explicación:
-¿Alguna vez vieron a alguien que lo pisó un tren?. Eso es lo que van a ver. Traigan las mantas, ordenó.
Empezamos la caminata por la noche cerrada, en fila india, sin hablarnos. Llegamos a la orilla del río y nos dispersamos en grupos de cuatro o cinco. En silencio íbamos descubriendo, en trozos desgarrados a quiénes habíamos venido a buscar. Las mantas eran para cargar los pedazos. El oficial nos gritaba, nos insultaba y nos ponía frente a la cara los  restos para que los identificáramos. A Alejandro lo reconocimos, por las medias: era el único que tenía unas medias civiles, de colores. A Carlitos no lo encontramos y el negro Medina estaba vivo, pero quedó casi ciego.
Son nuestros héroes más cercanos. Murieron por nosotros, por querer cuidarnos, darnos de comer.
Son Alejandro Vargas, Pedro Vojkovic, Carlos Hornos y Manuel Zelarrayán. Murieron el 8 de junio de 1982.-

la mamá de Carlos Hornos
Manuel Zelarrayán

Alejandro Vargas
Pedro Vojkovic

lunes, 18 de mayo de 2015

JAVIER SERRANO

 Dicen que se murió Javier Serrano. Lo encontraron el viernes 15 de mayo de 2015 en el departamento donde vivía solo, en Clorinda, Formosa, que alquilaba en la calle Alberdi. Esta calle está entre Rivadavia y Sarmiento, a dos cuadras de San Martín, para un lado, y a dos de Moreno, para el otro. El, para nosotros, ahora también es un prócer. Otro más que deja la vida de nuevo, después de haber muerto un poco, cuando fuimos a Malvinas.
Estaba esperando que le saliera la pensión, "la distinguida" como le decimos, y con el retroactivo pensaba construir en un terreno que había comprado.
Empezar de nuevo, como lo hiciera tantas veces.
Todos los que lo conocimos sonreímos cuando pensamos en él, tenemos enseguida presente alguna anécdota que nos hizo reír. Desde aquellos días en que venía en su moto desde Quilmes a La Plata hasta cuando andaba con su guitarra diciendo que ya le estaba por salir algo para ir a tocar a España.
Fue famoso en la primera película de Malvinas, porque su frase al final del documental le puso el título: Javier dijo: "Me deben tres: me deben los compañeros, me deben la traición y... me deben las islas, je"
Nos volveremos a ver en el cielo de los que fuimos a Malvinas, o como a lo mejor diría Javier, en el infierno.

viernes, 31 de enero de 2014

Malvinas después del tratado de 1971


panes de turba
 Hubo una época en que las relaciones entre las islas Malvinas y el continente fueron amistosas y provechosas para ambas partes. Ese momento se debió seguramente a que en 1970 quedó fuera de servicio un viejo barco carguero que hacía el trayecto Montevideo- Stanley, llevando mensualmente las provisiones necesarias para la vida cotidiana de los isleños. Este dato aceleró las negociaciones que se habían iniciado a partir de la Resolución 2065 de las Naciones Unidas, (de 1965) que establecía la existencia de un conflicto de soberanía entre Argentina y Gran Bretaña e invitaba a ambas naciones a iniciar un diálogo para su solución. En 1971 se firmó un acuerdo de comunicaciones entre las islas y el continente y a partir de ese momento la vida de los isleños mejoró notablemente.
 La calefacción que habitualmente se usaba en las islas se basaba en la utilización de turba, es decir, panes de tierra que se secaban y permitían ser utilizados como carbón. Los puntos principales del Acuerdo permitieron lo siguiente: se realizarían dos vuelos semanales por parte de aviones de LADE (Líneas Aéreas del Estado), esto permitía un gran beneficio para el comercio, el servicio postal y de carga, así como el intercambio de pasajeros. YPF sería el proveedor de la nafta, Gas del Estado llevaría gas licuado en garrafas y tubos. También había un transporte naval que llevaba harina, maíz, alimentos balanceados y otros productos. Se estableció la enseñanza del idioma castellano en la escuela primaria y maestras argentinas concurrían año a año a dar clases.  Asimismo hubo un sistema de becas para estudiantes que quisieran hacer el secundario o estudios universitarios en el territorio continental.
inauguración del aeropuerto en Stanley-1972
Mientras esto sucedía, las conversaciones diplomáticas avanzaron y en 1974 se hablaba de la posibilidad de una soberanía compartida o condominio entre las dos naciones en disputa. En julio de ese año el embajador de Gran Bretaña presentó al canciller Vignes una comunicación escrita en la que informaba haber sido instruido por su gobierno "para proponer que las discusiones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas deberían resumirse sobre la base de las salvaguardias y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial sobre las Islas Falkland". La comunicación británica además expresó lo siguiente: "...el objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en negociaciones sobre la base del condominio será resolver la disputa de la soberanía a través de la aceptación de la co-soberanía argentina sobre las Islas y que el producto final pueda ser un tratado que solucione la disputa anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual los isleños puedan desarrollarse acorde a sus intereses".
Finalmente, el documento señaló que "cualquiera fuera la forma que pudiese asumir el condominio, éste tendría algunos elementos básicos, como ser que ambas banderas flamearan juntas, que se adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que se aceptará la doble nacionalidad para los isleños, y que el gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el Presidente de Argentina. Sobre esas bases, el gobierno inglés aceptaba, en forma oficial y preliminar, iniciar las conversaciones en Buenos Aires". Esta aproximación diplomática británica coincidió con una contrapropuesta de la Cancillería argentina también sobre "condominio" que era similar en muchos aspectos. 
    Las conversaciones sobre el tema se desarrollaron en forma muy confidencial. Pero luego de la muerte del presidente Perón no se continuó trabajando sobre esta opción.

Las posiciones


 Durante la guerra tuvimos que construir nuestras posiciones de combate. Lo que nos habían enseñado en la instrucción, era que debíamos cavar lo que se llamaba "el pozo de zorro", o trinchera, que permitía cubrirse del fuego enemigo y a la vez hacer fuego desde un lugar protegido. Cuando llegamos al lugar donde nos indicaron que debíamos cavar nuestra posición, descubrimos que el suelo era muy húmedo y que a pocos centímetros de la superficie brotaba el agua. Por eso, en lugar de cavar decidimos acarrear piedras y formar paredes, parapetos, que debían cumplir la función de protección. A las paredes que levantábamos le hacíamos un techo con la lona de la carpa y con las capas-poncho, especie de capas impermeable que teníamos provistas.
En la foto de la parte superior se ve una posición en la que se aprecia el techo de lonas y a un oficial (posiblemente el teniente Estrada) saliendo de la cueva mientras un soldado le sostiene el fusil.
En la segunda foto aparezco acompañado de Oscar Ibarguren en nuestra posición durante la guerra.
La foto fue tomada en 2006, cuando hicimos el primer viaje, que cuento en el libro que aparece en este blog. La trinchera está prácticamente igual a como la dejamos en 1982, salvo que le faltan las lonas del techo.

jueves, 30 de enero de 2014

Después de la rendición

 Una vez producido el cese de fuego y establecida la rendición de la tropa argentina, los ingleses entraron a la capital de las islas y no supe que haya habido ningún enfrentamiento ni acto violento entre los soldados. Nos mezclamos en algún momento en las calles del pueblo y la entrega de armamento y la organización de la evacuación de los prisioneros (nosotros) se realizó en orden y sin inconvenientes.
Acá se ven fotos de esos momentos.