viernes, 27 de mayo de 2011


Capítulo II.-
El pueblo ha cambiado mucho. Creció, hacia el aeropuerto viejo y también hacia el oeste. Hay casas nuevas de materiales más resistentes que la madera. Nos sorprenden los colores. Todo el pueblo es de color.
Uno de los recuerdos que me persiguen desde 1982 es el pueblo, gris. Siempre con lluvia, barro y gris. Hoy lo veo en
colores. Como si aquellas fotos, que en mi memoria están en blanco y negro, súbitamente se volvieran, verdes, rojas, azules y amarillas.
Hay sol, eso nos desorienta. Salimos abrigados, dispuestos a caminar hacia las posiciones del Regimiento 6 de Mercedes. Pudimos ver en un mapa que la zona que Raúl nos había indicado se llama “Rookery Bay”. Avanzamos por el camino asfaltado que va hacia el aeropuerto “viejo”. Aquel adonde llegamos todos en el 82.
Nos salimos del camino y apenas comenzamos a trastabillar entre las piedras y el suelo irregular ya encontramos restos de posiciones argentinas. Techitos de chapas, con pedazos de turba “enmascarándolos”. Pedazos de tela de carpa. Zapatillas, borceguíes, una caramañola.
Raúl se emociona y da vueltas por los mismos lugares. Busca la piedra grande. La que le sirvió referencia durante esos dos meses del 82. La que estaba cerca de la posición de su jefe de regimiento.
De pronto, entre los pastos, una pala. No es “nuestra”, es civil. Tiene el mango roto y un perfecto agujero en la hoja. A partir de ahora es nuestra. Nos sirve para cavar y buscar. Raúl la clava con furia y revuelve esa turba y esos yuyos que ya vuelven a ser familiares. Aparece el tesoro: una lata de Paso de los Toros. Esta sí es nuestra.
Vimos en el lugar y lo confirmamos después, que toda esa zona ha sido un basurero de los isleños. Los pozos fueron tapados con basura doméstica.
Nos paramos sobre la piedra grande. Miramos hacia todos lados, buscamos reconocer los lugares. Al sur el mar. Al norte, la bahía, con su angosta entrada y sus tanques de nafta en la lengua de tierra que está enfrente. Al este, la nueva estación de servicio y unos galpones nos engañan y no nos dejan ver toda la zona. Al oeste, asoma Supper Hill con sus antenas de radio y televisión.
“Por allá estaban los cañones de Balza” (4) dice Raúl. ¿O Balza dormía en Moody Brook como nos dijo después Patrick, el isleño fanático de la guerra?
Luis está como ausente. No puede hablar por teléfono y eso lo aplasta. Extraña a su familia. Es muy duro volver a vivir con esa “familia” que armamos espontáneamente durante la guerra. Esa que compartía la comida y donde cada uno tenía la obligación de ir a robar para el grupo. Para la familia.
No nos enloquezcamos. Raúl frenéticamente cava y busca. Luis no quiere volver a vivir en el 82. Saquemos fotos, hay que reír y abrazarse. Estamos vivos.
(4) El General Martín Balza, quien fuera Comandante en Jefe del Ejército entre 1992 y 1999. Estuvo en la guerra como jefe de un grupo de artillería. Escribió el libro “¿Gesta o incompetencia?”

No hay comentarios:

Publicar un comentario