viernes, 27 de mayo de 2011


Capítulo XVI.-.
Cansados de tantas emociones llegábamos cada noche a la cama, a nuestro hotel Shortys y nos desplomábamos mientras la cabeza se llenaba de estos pensamientos y el corazón rebosaba de paz y alegría.
Nos emocionaba sólo pensar en nuestras familias. En la manera en que habían acompañado este viaje, desde los preparativos hasta ahora, en que sabíamos que palpitaban minuto a minuto cada noticia que recibían a través de los mails o de las llamadas telefónicas.
Una noche nos sorprendió a Oscar y a mí, rezagados caminando bajo la lluvia. Raúl y Luis ya estaban bajo techo en el hotel.
Disfrutábamos el agua chorreando por nuestras cabezas y nuestras mejillas. Chapoteando con los pies, felices de sentir que esa lluvia que tanto nos mortificaba en el 82, que no nos dejaba secar la ropa y nos hacía tener siempre los pies mojados, ahora era un entretenimiento que duraría lo que nosotros quisiéramos.
De golpe nos interrumpió Raúl, que venía caminando por el medio de la calle en la dirección contraria a la nuestra.
-No me podía quedar en la habitación. Salí a disfrutar de caminar bajo la lluvia.
Nos reímos de nuestra locura, de ser los únicos en todo el pueblo que andaban caminando, y mucho más bajo el agua.
Queríamos eso, volver a disfrutar las cosas que nos habían hecho sufrir.
Después de aquel encuentro con Adriana en la casa de John y el pedido de ella de acompañarnos en nuestra caminata hacia las posiciones, que fue rechazado, había quedado una sensación de tirantez. Y además también había quedado pendiente un pedido de ella de participar en el proyecto en el que estaba trabajando.
Adriana había hecho un trabajo artístico con imágenes del mar y voces de sobrevivientes del Crucero General Belgrano. Ahora estaba fotografiando y filmando imágenes de los campos de batalla de la guerra de Malvinas y quería grabar voces de quienes tuvieron que ver con la guerra, ya sea porque pelearon en ella, o porque la vivieron como habitantes de las islas por las que se peleó.
John nos recordó que había vuelto a llamar a su casa, pensando encontrarnos, y que quería vernos para ver si queríamos grabar nuestras voces contando experiencias vinculadas con la guerra y la posguerra.
Un día nos encontramos con ella en el supermercado. Seguramente habíamos ido a comprar tarjetas telefónicas cuando tímidamente se nos acercó y empezó una conversación trivial y superficial que lentamente fue llevando al tema que le interesaba.
En un momento quedé solo charlando con ella en el pasillo de entrada al súper y quizás sabiendo que yo podía ser el más accesible para proponerme su idea, me dijo si estábamos dispuestos a grabar una conversación con ella.
Busqué con la mirada a los demás, que paseaban entre las góndolas mirando comida y los fui a buscar para que se resolviera la cuestión democráticamente, luego de escucharnos todos.
La rigidez había pasado, se dio por superado el inconveniente anterior y salimos sonrientes a la calle dispuestos a participar en su trabajo.
Caminamos por la costanera sin saber bien adónde ir. Al pasar por el hotel Upland Goose se nos ocurrió que podíamos conocerlo y de paso tomar algo y hacer la grabación. Recordamos que allí trabaja una argentina y que Luis Aparicio (15) y Beto Alonso que se habían alojado allí, nos habían pedido que pasásemos a saludarla en algún momento.
Entramos por el típico porche que tienen todas las casas allá y luego pasamos a un lugar cálido y confortable. Daba la impresión de haberse agregado distintas construcciones a la original, pero todo encajaba, formando pequeños saloncitos o livings con vista a la bahía, muy pintorescos y cómodos.
Nos acomodamos en uno de esos salones y mientras Adriana apuntaba la cámara enfocando al mar y probaba el micrófono, me acerqué hasta el mostrador de la recepción a saludar a la argentina.
Al verla la reconocí por fotos que había visto de ella en una nota de una revista y la saludé directamente en castellano. Se alegró de vernos y unos minutos después vino hasta donde estábamos grabando para despedirse, cuando terminó su turno de trabajo.
(15) Luis Aparicio compañero ex combatiente que estuvo en la compañía B del regimiento 7 durante la guerra. Participó junto a Jorge Suárez, otro ex comb, del programa de televisión “Humanos en el camino” de Gastón Pauls, grabado en Malvinas.

Después de sentarnos en los sillones y disfrutar unos momentos de la vista maravillosa que teníamos, Adriana le dio el micrófono a Luis para que comenzara a hablar.
Fuimos pasándonos el micrófono uno a uno y se generó un clima de intimidad y confesiones, casi como adelantando las conclusiones de lo que había significado el viaje para nosotros.

Esperamos poder ver y escuchar el trabajo terminado algún día y seguramente nosotros mismos nos sorprenderemos de lo que escuchemos.
Sólo puedo contar aquí que de pronto sentí que muchos momentos de mi vida confluían en ese instante. Pasaron por mi cabeza imágenes de mi niñez, mis juegos infantiles, mis hermanos, pelotas, camisetas de fútbol, bicicletas y de golpe la guerra. Explosiones, gritos y llantos, la vuelta y la muerte de mi hermano Rodrigo.
Vi morir en la guerra y después vi muertos muchas veces. Mi trabajo me hizo estar cerca de la muerte de nuevo, Pero la muerte más cercana que sigo sintiendo es la de Rodrigo, mi hermano más chico, que murió en un accidente de auto a los 18 años de edad. Nunca hablo de eso, y esa tarde, viendo caer el sol en la bahía de Stanley, con un micrófono en la mano y mis amigos de la guerra rodeándome, se me llenaron los ojos de lágrimas y hablé de él, permitiendo que salga su recuerdo y me acompañe en ese momento. Él, que murió casi a la edad en que yo volví a la vida, después de haber estado con la muerte.

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