viernes, 27 de mayo de 2011


Capítulo XI.-
Patrick llevaba una carpeta de tapa azul llena de fotos, datos, recortes y fotocopias con datos de la guerra. De allí había sacado la foto donde nos mostró la famosa cocina de campaña argentina. Se iba a pasar toda la tarde buscando documentos que permitan corroborar lo que él o nosotros relatábamos.
Bajamos la ladera de Apple Pie hacia Rought Diamond, según la nueva topografía que nos había enseñado Patrick.
Nos dirigíamos hacia las trincheras de la C, lugar que el isleño guía había recorrido muchas veces, buscando la posición de Miguel Savage.
La cocina de la compañía era la referencia. Era fácil ubicarla y si bien no estaba tan deteriorada como la de la B, estaba bastante peor conservada que la de la A.
Savage había aparecido en un libro inglés que relataba la experiencia de los Para 3 en la guerra y contaba acerca de los ancestros irlandeses de Miguel, en particular de su abuelo, que había estado enrolado en la RAF durante la segunda guerra mundial. También la historia de la amistad entre Savage y la familia Peck. El libro tenía fotos de Miguel durante la instrucción militar en San Miguel de Monte y también de las visitas que hiciera a las islas y en particular a su posición, junto a Terry y James Peck.
Esas fotos que lo mostraban dentro de una pequeña barranca, indicando que allí había peleado, no alcanzaban para ubicar el lugar ahora que estábamos en la misma zona donde debíamos encontrarla.
Dimos vueltas y Oscar se quedó hablando solo, señalando un lugar que fue desechado por Patrick sin bajarse del vehículo.
Luego de una pequeña parada donde tomamos café y comimos algunos bizcochos que Patrick convidó, continuamos el recorrido hacia los lugares donde había combatido la Compañía B.
Cuando nos disponíamos a llegar a Longdon, el guía dio un rodeo y nos colocamos al pie del monte, pero del lado desde donde atacaron los ingleses.
Patrick detuvo la camioneta y nos dio una clase de cómo fue el ataque británico a las posiciones argentinas esa noche del 11 de junio de 1982.
La tropa inglesa se dividió en tres pelotones. Dos avanzaron por lo que se podía describir como anchas avenidas que permitían subir como en rampas las cuestas del monte.
Una tercera quedaba en reserva y apoyo.
Avanzamos por una de las avenidas que el terreno mostraba y comenzamos a sentir el temor que los británicos deben haber sentido esa noche fría de junio. El ataque estaba planificado para ser por sorpresa y tomar desprevenidos (seguramente dormidos) a nuestros compañeros.
Pero la historia cuenta, y nadie lo ha desmentido hasta ahora, que un paracaidista británico pisó una mina y la explosión dio comienzo a una eterna seguidilla de disparos y explosiones.
El avance debió hacerse en forma más rápida y luego de un primer intento incompleto, se detuvo el primer grupo buscando refugio en una hondonada del terreno, que permitía cubrir a un hombre casi de pie.
Aparentemente el motivo que impidió seguir avanzando fue una ametralladora argentina que detuvo el ataque inglés provocando que cayera herido uno de sus hombres. Aquí entra en acción uno de los héroes británicos, el sargento Mc Kay, quien habría salido de su refugio para recoger al hombre herido, siendo alcanzado por un tirador argentino, provocando su muerte en ese lugar. Una cruz se erige allí, donde supuestamente cayó el inglés.
Cuando escuchábamos el relato del guía, y repasábamos las historias oídas martes tras martes en las reuniones del CECIM, íbamos llegando a la conclusión de que nadie de los compañeros que tiraron esa noche pudo sobrevivir.
Pensaba en Sergio Delgado y su historia sincera, cuando cuenta que se despertó con un inglés parado sobre la piedra que cubría su pozo, prácticamente sobre su cabeza, mientras trataba de despertar a su compañero, acostado a su lado sin hacer algún movimiento que delatara su posición.
Examino el lugar por donde subieron los británicos y recuerdo a los que allí estaban, y creo que todos han muerto.
Pienso también en la olla de Baldini, otro de los lugares por donde ingresó el asalto de los paracaidistas, y dudo que haya tenido posibilidad alguna de salvar su vida.
Imagino a la artillería, indicando y limpiando el paso por donde ascendían los atacantes y no hay manera de que alguno de los que allí estaban, haya podido enfrentar el ataque y salir con vida.
Una de las ametralladoras que frenó el avance británico es la que se encontraba en una posición que se puede ver en algunas fotos, con largos postes de madera cubriéndola y aún el afuste colocado en el lugar desde donde se disparó.
Creo que es del grupo de infantería de marina que reforzaba la Compañía B. Quien quiera que fuera el que tiró con esa MAG debe haber sido el autor de varias bajas inglesas.
Al llegar a la posición de Baldini Patrick nos mostró una foto de ese mismo lugar donde se ven a soldados argentinos arrastrando por los pies a otros argentinos muertos, quizás llevándolos a una precaria tumba.
En ese lugar decidimos dejar la placa de la AJB y pudimos ver, acodada contra las piedras, la botella vacía de “Trumpeter” que inmediatamente reconocimos como el vino que se había tomado en su visita del mes de junio, Beto Alonso, (13) junto a la televisión chilena.
El cielo se nubló y las piedras en punta del monte mostraron su imagen tétrica. La frialdad del lugar se agiganta frente a esas agujas sin belleza alguna.
Volvimos al pueblo pensando en nuestros muertos.

(13) Ernesto “Beto” Alonso es un ex soldado combatiente que estuvo en la Compañía B del 7 y viajó a las islas para grabar un programa de TV chileno que se llamó “El Vietnam argentino”

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