domingo, 29 de mayo de 2011

VOLVER A MALVINAS, OTRA VEZ


(artículo publicado en el diario Critica el 5/10/2009)

Finalmente se cumple el viejo anhelo de llevar a un familiar por cada muerto de la guerra de Malvinas a inaugurar el cementerio de Darwin. Hay allí 237 tumbas de argentinos. Más de la mitad de las lápidas (123) no tienen el nombre de quien está sepultado. Solamente podemos leer “soldado argentino solo conocido por Dios”: ¿Por qué no podemos identificar los restos de quienes todavía no han sido identificados? Sólo hace falta una pequeña muestra para que un laboratorio haga el resto. Nadie quiere traerlos ni moverlos de su tierra. La nuestra.
Pasaron ya más de veintisiete años de la guerra, pero para algunos nada ha cambiado. Debemos aprender de los errores del pasado. Nunca una guerra puede resultar beneficiosa para nadie. Las constantes visitas de ex combatientes de ambos bandos a las islas, para cerrar las heridas que quedan después de haber enfrentado a la muerte demuestran que nadie gana y que todos pierden. Es desgarrador ver que después de tantos años, el dolor sigue a flor de piel.
Creo que la mejor manera de superarlo y aprender de la experiencia de la guerra es buscar caminos que unan. En la década del 70 hubo un acercamiento notable entre la comunidad de la Argentina continental y la comunidad isleña. Se mejoraron las comunicaciones con las islas y se establecieron allí las empresas estatales de servicios. Esas vinculaciones fueron acompañadas de avances en las negociaciones por la soberanía que nos colocaron a un paso de obtenerla. Todo eso se derrumbó con la guerra. Los británicos ya no se volvieron a sentar en ninguna mesa de negociación.
Los viajes de familiares y de ex combatientes, creo que están haciendo un trabajo de hormiga más importante que la tarea de los funcionarios del área de las relaciones exteriores.
Para quienes recorren hoy los campos de batalla de Malvinas ver el tamaño de los cráteres dejados por las bombas es la manera más eficaz para que pueda sentir el poder destructivo de la guerra. En Francia una ley establece la protección y conservación de todos los emplazamientos de batallas, trincheras, túneles, cráteres de bombas o minas etcétera, que dejaron los combates. Las heridas de la guerra permanecen siempre visibles. Hagamos que sirvan para la educación de los descendientes de las víctimas y de nuestros hijos.
GABRIEL SAGASTUME-ex soldado combatiente de las Islas Malvinas

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